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Quizás el ambiguo y abrupto final de la era de Marcelo Bielsa, en la dirección técnica de nuestra hoy competitiva selección adulta, haya sido una mera coincidencia, de una especie teatral y dirigida, de la mejor crónica de una muerte anunciada. Y bajo esa reflexión, el pueblo, las concesiones deportivas, las administraciones públicas y privadas, los medios de comunicación y otros, puedan deducir análisis de inquieto y cuestionable proceder.

El inconsciente colectivo, más allá de los resultados propios y de las estadísticas mecanizadas de siempre, no evaluará el mérito ni los números de aquellos, sino más bien, procederá a entender, que después de 200 años de historia e independencia republicana, nuestro país fue capaz de entender el fútbol, como la mejor herramienta socio-deportiva de globalización, para poder decirle al mundo entero, que somos capaces de entender a este deporte, como la concepción y génesis, de una evolución cognitiva y profesional, del trabajo en grupo, en donde la disciplina, el sentido de pertenencia y la dinámica, pueden ser inherentes a nuestra existencia como un país, en vías de un crecimiento auspicioso en este deporte creado por los ingleses, según la doctrina al respecto.

La presente administración de nuestro fútbol, fácil tarea no tendrá, pues, personas dedicadas y trabajadoras como Marcelo Bielsa, no se encuentran en todos los rincones del Universo. Y en esa dirección, algunos podrán decir y expresar, que Chile no ganó nada con este respetable y honorable director técnico, y quizás tengan razón en aquella sistemática y plana deducción, pero a simples luces me pregunto: ¿Cuál es nuestro curriculum deportivo en la historia? Si logro encontrar una respuesta satisfactoria a esta deducción, a lo mejor mi memoria será más frágil de lo que yo mismo pensaba.

Por:Cristián Ferrada Jopia.