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Para los académicos de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Santiago, Dr. Carlos Muñoz y Mg. Rodolfo Jiménez, factores como la falta de un plan de desarrollo urbano, la baja fiscalización y la preponderancia del mercado en la toma de decisiones, explican que muchos sectores de la ciudad se estén convirtiendo en focos de contagio producto del hacinamiento.

Según recientes informes epidemiológicos, las comunas de Puente Alto, Santiago y Recoleta, estarían entre las de mayor número de contagios producto del COVID-19, situación que se explicaría, entre otros motivos, por el hacinamiento en el que vive parte importante de su población.

A juicio de dos académicos de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Santiago de Chile, Carlos Muñoz y Rodolfo Jiménez, riesgos como la alta densidad poblacional y falta de espacios públicos que permitan el distanciamiento social, fueron advertidos con anticipación por los expertos del país, sin embargo, hoy sus consecuencias se agudizan a raíz de la pandemia.

“Nosotros lo advertimos desde el punto de vista del poco espacio público, del colapso del transporte y de la escasa accesibilidad a los propios edificios donde, en horas punta, se atasca la gente esperando ascensores para subir a torres con una densidad que supera largamente los 4.000 habitantes por hectárea”, señala Carlos Muñoz, agregando que hoy, en el contexto del brote del coronavirus, “la situación se convierte en crítica porque el distanciamiento social es prácticamente imposible”.

“¿Cómo esa gente va a poder sostener una distancia mínima de un metro si tienen que tomar un ascensor para subir a un piso 30?”, pregunta el académico.

Para Rodolfo Jiménez, en tanto, el hacinamiento estructural de la ciudad es expresión de las inequidades sociales del país.

“La arquitectura lo que hace es reflejar lo que ocurre en la sociedad, y no es que esté salvando a los arquitectos en esto, pero son expresiones de las desigualdades urbanas”, señala.

El académico llama a partir desde la base de que en Chile “no existe la planificación, sino el mercado operando y tomando las decisiones de lo que se hace y no se hace en la sociedad. Desde ese punto de vista, las autoridades no hacen más que seguir lo que el mercado va mandando”.

“La vivienda social, por ejemplo, ha buscado localizaciones en la periferia de la ciudad, en las zonas que son más económicas, más baratas, y que no están dotadas de servicios, áreas verdes ni equipamiento”, afirma.

A juicio de Carlos Muñoz, el crítico escenario urbano actual, “se origina en una sumatoria de factores”.

“Por un lado, hay una falta de planificación y diseño urbano de las ciudades. Teníamos ya la situación de Estación Central, por ejemplo, donde no teníamos plan regulador. En otros casos puede que lo haya habido pero la regularización y la fiscalización no era la apropiada. Pero también hay un afán desmedido por parte de inversionistas de ganar dinero fácil: desde el edificio inmobiliario de 30 pisos que supera los 4.000 habitantes por hectárea hasta el que arrienda un galpón que no está habilitado para que vivan grandes grupos de personas o familias”, sostiene el arquitecto.

Para ambos académicos, como sociedad, debemos aprender las lecciones que nos deja esta pandemia y buscar soluciones transversales.

En palabras de Carlos Muñoz, uno de los primeros aprendizajes a incorporar es que, “la ciudad, efectivamente, tiene que ser planificada, y esa planificación tiene que ser fiscalizada”.

“La planificación no puede ser un documento muerto, sino que tiene que haber una gestión, por ejemplo, de los gobiernos locales. Son ellos quienes tienen que encargarse de ver cómo coexisten la instalación de asentamientos humanos permanentes con el equipamiento de espacio público apropiado y coherente para esa instalación”, señala.

A su vez, Rodolfo Jiménez estima que “el principal aprendizaje es que la sociedad se tiene que empoderar. Eso significa que tiene que asumir cambios importantes. Entre otras cosas, la que yo llamo madre de todas las batallas que es el cambio constitucional. Este problema no lo resuelven las disciplinas, la arquitectura o el urbanismo por sí solos. Son temas que tienen que ser resueltos de manera integral junto con todos los temas asociados a la salud, la educación o el acceso a los bienes públicos”, puntualiza el académico de la Usach.