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En el actual contexto que vive nuestro país, donde se han hecho visibles las demandas por una mayor justicia social, la educación ha sido un elemento clave dentro de las movilizaciones.

 En Chile, nuestro sistema educacional es sumamente inequitativo donde, independiente de la prueba estandarizada que se aplique, el resultado depende principalmente del nivel socioeconómico y cultural de las familias. Sabemos que la Prueba de Selección Universitaria (PSU), como instrumento para el ingreso a la educación terciaria, no refleja todas las potencialidades de las y los jóvenes, y puede ratificar las desigualdades presentes en la educación escolar.

Somos conscientes que la educación es un derecho consagrado y que la PSU no es suficiente para reconocer los talentos de nuestros estudiantes que se han preparado por meses e incluso años. El vulnerar los derechos de estos jóvenes y sus respectivas familias, no es la forma de empatizar con la demanda educacional, porque son los más vulnerables quienes no podrán ingresar a la educación superior y con ello, tendrán menos posibilidades de acceder a los beneficios económicos estatales como la gratuidad, becas de arancel, becas de alimentación, transporte y otros. Es por lo antes señalado, que hago un sentido llamado a los jóvenes, así como a las y los dirigentes estudiantiles, para que permitan a sus compañeras y compañeros, rendir tranquilamente su prueba para ingresar a la educación superior. Muchos de ellos no tienen la posibilidad de tomarse un año sabático, perfeccionar su inglés o bien, matricularse en un preuniversitario, por lo que es muy probable que incluso queden fuera de la educación terciaria.

Desde la Universidad de Santiago de Chile, entendemos esa desigualdad y es por ello que hemos sido pioneros en materia de inclusión, honrando nuestra misión como universidad estatal y pública. Ampliamos las posibilidades de acceso, vía bonificación al 15% mejor de cada colegio, y establecimos el acompañamiento académico durante los primeros años universitarios a aquellos jóvenes vulnerables que, en muchos casos, son los primeros integrantes de sus familias en ingresar a la educación superior. Asimismo, iniciamos el programa propedéutico, favoreciendo el ingreso de estudiantes con bajo puntaje PSU, pero con buenos resultados en la Educación Media. A esta iniciativa se suma el Ranking de Notas como factor de selección universitaria y la política pública en que se transformó el Programa de Acceso Inclusivo, Equidad y Permanencia (PACE), descentralizando y beneficiando a jóvenes de todo Chile. Sin embargo, aún existen elementos por resolver en el sistema educacional chileno.

Es por ello que reitero el llamado a los jóvenes a ser solidarios con sus pares, permitiéndoles el ejercer su derecho a dar la PSU en condiciones adecuadas. Y, asimismo, expreso mi voluntad para dialogar y avanzar conjuntamente, en concretar los cambios que requiere el proceso de admisión. Esto solo es posible de alcanzar sin acciones que coarten la libertad del otro y favoreciendo que todas y todos tengan las mismas oportunidades para iniciar el camino profesional que anhelan.

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