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Durante toda la hospitalización un equipo multidisciplinario interviene, con el paciente y su
entorno, en la recuperación de sus funciones básicas

Las intervenciones empleadas por los equipos de salud en el tratamiento hospitalario de las
personas con COVID-19 en estado grave y crítico, como la ventilación mecánica, la sedación, la
oxigenoterapia o el reposo prolongado en cama, producen importantes secuelas en el
funcionamiento posterior de los pacientes que muchas veces les impide reinsertarse a la vida
social y laboral una vez son dados de alta.
De ahí la importancia de contar en un Hospital de Alta Complejidad con un equipo
multidisciplinario de rehabilitación que bajo un enfoque preventivo, detectan las deficiencias
relacionadas con la función física, respiratoria, cognitiva, de nutrición, comunicación,
deglución, actividades de la vida diaria y las necesidades psicosociales de los pacientes, con
una mirada que aborda además el apoyo social, el entorno del hogar y el acceso a un
seguimiento rehabilitador posterior al alta.
El equipo de rehabilitación del Hospital de Quilpué, compuesto por un equipo
multidisciplinario de profesionales, se ha involucrado directamente en el tratamiento de
pacientes COVID-19, durante la hospitalización y post alta hospitalaria, incluyendo al paciente,
su familia y cuidadores en la adopción de decisiones relativas al proceso de rehabilitación.
La Kinesióloga Mirna Perez, Jefa de la Unidad de Rehabilitación del Hospital de Quilpué,
comentó que el equipo compuesto por kinesiólogo, fonoaudiólogo, terapeuta ocupacional, en
conjunto con nutricionista y trabajo social, “cumplen un rol fundamental en las diferentes
etapas de evolución de esta enfermedad. Tiene un importante valor en prevenir
complicaciones y secuelas secundarias a la enfermedad, evitando así discapacidad y
dependencia post alta”.
En este sentido “aborda el manejo de soporte ventilatorio invasivo y no invasivo, optimiza el
intercambio gaseoso, a través de posición en prono, manejo de usuarios con tubo
endotraqueal- traqueotomía, el manejo de secreciones, terapia respiratoria y motora, manejo
de deglución, disfonía, trastorno del habla, manejo cognitivo entre otros abordajes” explico
Mirna Pérez.
Rehabilitación durante la hospitalización
El kinesiólogo de la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital de Quilpué, Vicente Fernández,
explica que como parte del equipo UCI cumplen una importante labor en la terapia
respiratoria, tratando de proteger la estructura pulmonar del paciente, pero también
procurando promover la movilidad oportuna y temprana, desde movimientos de cada
extremidad mientras están dormidos por la sedación hasta una vez que despiertan y se
conectan con el entorno.
“Intervenimos principalmente en el área respiratoria, ayudamos al paciente con los elementos
de oxigenoterapia, realizamos la asistencia necesaria en procedimientos que implique la vía
aérea o en la misma rehabilitación del paciente. Esta enfermedad los afecta generándoles un
deterioro de su capacidad funcional, son pacientes que antes eran capaces de hacer su vida

completamente normal y después de haber sufrido esta enfermedad, sufren un cansancio tan
grande que incluso puede provocar, que hasta moverse en la misma cama, al paparse o
realizar trayectos cortos, sufren agotamiento”, explicó Vicente Fernández.
Así también, todo lo que implica tener una estancia hospitalaria prolongada, “se aborda a
través de un trabajo arduo e interdisciplinario para poder ayudar a la recuperación de los
pacientes”, comentó el profesional.
Tras su hospitalización y si se requiere, el paciente es derivado a la Unidad Hospitalización
Domiciliaria o a otros dispositivos de la red del Servicio de Salud Viña del Mar Quillota, para
continuar rehabilitación integral.
“Todos ayudaron a mi rehabilitación”
Maritza Montecinos, paciente de 55 años, sobrevivió al COVID tras una larga hospitalización.
“Me tuvieron con ventilación artificial, con mucha fiebre, boca abajo, y gracias a Dios que no
me acuerdo de todo eso, porque fueron dos meses, 51 días en la UCI. A Dios Gracias estoy
aquí, estoy viva y puedo decir que soy una sobreviviente del COVID. Gracias a Dios y a todas las
atenciones que tuve primero en la UCI, después en la UTI y finalmente en sala de
hospitalización todos ayudaron a mi rehabilitación”.
Comenta que sus secuelas pasaron de “no poder caminar, tuvieron que hacerme una
traqueotomía, por eso mi voz se siente ronca, problemas de movilidad en la mano, caída del
pelo, pero lo importante es que pude ganar esta batalla y pudieron ayudarme en mi
rehabilitación y me siguen ayudando, sin ellos no habría podido estar como estoy ahora
recuperando mi movilidad y mis funciones” comentó.