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La piscina es uno de los lugares que más interés despierta entre los niños durante el verano. No obstante, pese a lo entretenido que puede ser para ellos chapotear en el agua, la prevención siempre debe estar presente.

Así lo indica el pediatra y médico broncopulmonar de Clínica RedSalud Santiago, Dr. Eduardo Jerez, quien afirma que los padres son los primeros responsables de que los niños lo pasen bien, sin correr ningún tipo de riesgo.

“En la época veraniega uno debe dejar que los niños disfruten de algo tan entretenido como son las piscinas. Pero eso no significa despreocuparnos: la principal medida de prevención que deben tomar los adultos y sobre todo los padres, es nunca dejar solo a los menores. De hecho, lo ideal es que nunca estemos a más de un brazo de distancia de ellos para poder socorrerlos en caso de cualquier accidente, como ahogamiento”, sostiene.

Cuidado con las enfermedades

El Dr. Jerez advierte que la seguridad no es el único riesgo que hay en las piscinas. Por ello, es clave monitorear la forma que se usa para llenarlas: si se usa agua potable, de pozo o de río. También aconseja conocer el tipo de mantención que se realiza al agua.

“Si no se usa una cantidad de cloro adecuada o bien, si el agua no ha sido correctamente filtrada o tratada antes de llenar una piscina, puede contener microbacterias y gérmenes que pueden producir distintos tipos de problemas: estomacales, a los ojos y a los oídos”, advierte el especialista.

Esta recomendación es importante sobre todo si se considera que las cifras generales apuntan a que en verano, las consultas por gastroenteritis en niños pueden aumentar al doble que las registradas en época de invierno. Una de las razones que influirían en esta cifra, es precisamente que los niños traguen el agua de las piscinas.

“Uno de los riesgos que existe con los más pequeños, es que beban esa agua con microbios, lo que puede derivar en gastroenteritis. Otro riesgo está en las piscinas que tienen un exceso de cloro, ya que el niño también puede tener una irritación intestinal producto de este químico”, asegura el Dr. Jerez.

Por lo mismo, la sugerencia que realiza el experto de Clínica RedSalud Santiago, es que los padres sean los que evalúen primero la calidad del agua de la piscina. En caso de que tenga mucho cloro, lo mejor es evitar el sumergimiento de los niños. Por otra parte, si el agua está muy sucia, se recomienda evitar el baño, pues la seguridad es lo primero.

“En aguas que no son de piscina, como por ejemplo ríos, lagos o estanques, éstas pueden contar con un alto nivel de gérmenes. Eso puede generar condiciones para la otitis o conjuntivitis. Si el agua está relativamente clara, lo recomendable es llevar a los niños con lentes para buceo, adecuados con su edad, para proteger los ojos. Con respecto a los oídos, también se recomienda algún tipo de elemento para la protección”, agrega.

Cuidado con el tiempo de baño

Por último, el pediatra también llama a controlar los tiempos en que los pequeños deben estar dentro del agua.

“El baño tiene que ser de forma intermitente. No es bueno que un niño esté metido tres o cuatro horas en el agua, porque se van a inhibir los mecanismos de defensa por el frío. Lo mejor es dejarlo por un tiempo prudente, es decir, media hora o una hora como máximo. Luego es conveniente jugar con él fuera del agua y cambiarle la ropa de baño, para evitar problemas de enfriamiento”, afirma Jerez.

De hecho, el profesional alerta que cuando los niños tienen los dedos arrugados, los labios azulosos o comienzan con tiritones, es el momento preciso para sacarlos del agua.