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La académica de la Universidad de Santiago, Dra. Diana Aurenque, señala que el principal punto débil de la iniciativa es la objeción de conciencia a la que podrían adherirse profesionales y centros de salud nacionales. “Si hay financiamiento público, las instituciones deberían realizar todas las prácticas legalmente legítimas”, afirma la Doctora en Filosofía.

La Comisión de Salud de la Cámara de Diputados aprobó la semana pasada el proyecto de Ley de Eutanasia y Cuidados Paliativos bajo tres causales, dando el primer paso para que este se discuta en el Congreso. Dicha iniciativa permitiría que personas con enfermedades terminales o crónicas que sufran dolores intratables, como también pacientes postrados que padezcan “dolores psíquicos”, puedan optar a una muerte asistida.

En ese sentido, la académica de la Universidad de Santiago y experta en bioética, Dra. Diana Aurenque, señala que, a pesar que la medida es una avance positivo “como política de salud pública y para la libertad de las personas”, el proyecto de ley tiene puntos pendientes que deben zanjarse “para que sea apropiada, liberal y acorde a los tiempos”.

Edad

“Por ejemplo, está la pregunta sobre desde qué edad las personas pueden determinar esto”, plantea la Dra. Aurenque. La experta explica que, si bien en la mayoría de las legislaciones que permiten la eutanasia los mayores de edad tienen la facultad de decidir morir, “también hay otras que contemplan a menores, siempre y cuando haya consentimiento por parte de los padres”. Lo anterior recuerda el caso de Valentina Maureira, joven de 14 años que en 2015 solicitó a la ex presidenta Michelle Bachelet “dormirla para siempre”, tras padecer fibrosis quística.

“Dolores psíquicos”

En cuanto a los “dolores psíquicos”, la académica sostiene que dicho aspecto hace referencia a personas que están postradas, las cuales consideran que esa no es una manera digna de vivir. Por lo mismo, la profesional apunta a que los pacientes deben contar con el pleno uso de razón para que sea posible aplicarles la eutanasia. Por lo mismo, argumenta que es responsabilidad de especialistas de la salud mental “determinar si el paciente es competente al momento en que decide morir”.

Objeción de conciencia

Otro aspecto que menciona la académica es el de la objeción de conciencia por parte de médicos e instituciones de salud, siendo este el más complejo, tal como se ha visto en la aplicación de la Ley de Aborto bajo tres causales aprobada en 2017. Si bien expone que, con esto, los médicos buscan resguardarse de cometer actos que atenten contra sus bases éticas -como el “no dañar” a un paciente-, la Dra. Aurenque enfatiza en que “sobrecargan a otros médicos a hacer las otras tareas” más difíciles de realizar. Por otra parte, afirma que “si hay financiamiento público, las instituciones deberían realizar todas las prácticas legalmente legítimas”.

La Doctora en Filosofía agrega que la medicina, hoy en día, va más allá de curar enfermedades: también, se preocupa por el bienestar y la calidad de vida de las personas, lo que a veces implica priorizar un bien mayor. Un ejemplo de esto, menciona Aurenque, serían las cirugías estéticas, en donde se interviene la integridad física con el objetivo de alcanzar “un bienestar psicológico o que la persona esté más conforme con su cuerpo”.

Finalmente, la académica añade que lo más importante dentro de la discusión es que “lo que una persona considera una vida y una muerte digna no puede decidirse desde afuera”, apelando a que no haya presiones tanto de la familia como del Estado en la decisión que un paciente tome respecto a su vida. Además, concluye que es una labor ética de los médicos el “ayudar las personas a que estén mejor”.

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