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La disminución en las donaciones de órganos ha puesto en duda las estrategias de sensibilización de la población, sobre un tema del cual dependen las vidas de muchas personas. Quizá el problema surge en los caminos que elegimos para intentar concientizar a los chilenos.

Actualmente soy parte de la Fundación DKMS Chile, una organización que busca darle una segunda oportunidad de vida a pacientes con cáncer de sangre, a través de un registro de donantes de células madre sanguíneas. A pesar de que esta es una donación en vida, enfrentamos dificultades muy similares a las de la donación de órganos sólidos, como los prejuicios, miedos, falta de información y la opinión de la familia.

A partir de nuestra experiencia, hemos llegado a una conclusión: necesitamos una sensibilización profunda de la población, que genere cambios y no reacciones aisladas. Esta concientización requiere de una comprensión total del significado de ser donante, que además le permita defender, con argumentos sólidos, su voluntad frente a sus familiares.

En DKMS hemos experimentado cuán distinta es la disposición a donar de quienes han sido correctamente informados y han meditado su decisión. En general, estas personas no dudan en concretar su donación si son requeridas por un paciente. Sin embargo, hay personas que se han registrado muy conmovidas por alguna historia, pero al no haber comprendido el fondo del tema, luego se han negado o sus familiares los hacen dudar.

Para sensibilizar verdaderamente a la población, la educación es fundamental, y debe abarcar lo médico, legislativo, logístico y emocional. Esta educación debe contar con el apoyo de los especialistas, organizaciones y autoridades, y también con la voluntad de los chilenos de informarse en profundidad. Creo que es la única manera de romper con miedos que, en la mayoría de los casos, no son reales y sólo paralizan e impiden que la sociedad sea más generosa.

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