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Junio y Julio se caracterizan por ser meses bastante fríos, y este año no ha sido la
excepción. Las bajas temperaturas hacen propicio el aumento de virus, siendo la
influenza una de las principales enfermedades en esta helada época.
Para poder conocer bien de qué se trata esta patología y cómo la podemos
afrontar de mejor forma, la Dra. Karina Michea, Médico Coordinadora de la Unidad
de Pediatría y UCI Pediátrica de Clínica Ciudad del Mar, ahonda en esta
enfermedad y entrega recomendaciones.
A diario, las personas se encuentran expuestas a virus y bacterias, pero durante el
periodo otoño-invierno, estos agentes se multiplican, aumentando su circulación,
por lo que se está más propenso a contraer alguno de ellos. Así es como surgen
las diferentes enfermedades respiratorias, la influenza entre ellas.
Hay cuatro tipos de virus de la influenza: A, B, C y D. Los virus A y B son los que
causan en humanos, epidemias estacionales de la enfermedad casi todos los
inviernos. La influenza tipo C, causa generalmente una enfermedad respiratoria
leve y no se cree que puedan desencadenar epidemias. Los virus de influenza D
afectan principalmente al ganado y no se cree que puedan causar infecciones o
enfermedades en los seres humanos.
Este virus se transmite desde una persona enferma mediante gotitas, al toser o
estornudar. Además, puede adquirirse luego de tocar objetos que hayan sido
manipulados por personas infectadas.
Esta infección viral tiene síntomas invalidantes, como fiebre mayor a 38,5 °C, tos,
dolores musculares, de garganta y de cabeza, y que pueden variar de intensidad,
llevando a padecer un cuadro más o menos grave.
“La influenza puede causar formas leves que requerirán manejo general de los
síntomas; o un cuadro grave que en ocasiones puede incluso llevar a la muerte.
Algunas personas, ya sea en edades extremas de la vida o quienes padezcan
ciertas afecciones crónicas, tienen mayor riesgo de sufrir complicaciones graves”,
señala la pediatra de Clínica Ciudad del Mar, Dra. Karina Michea.

Manifestación y tratamiento
El periodo de incubación de esta patología puede variar entre uno a cuatro días
desde el contagio y puede extenderse hasta por 14 días con fuertes síntomas. Si

bien éstos son inespecíficos y comunes a otras enfermedades respiratorias, los
que más destacan son la fiebre ―con un peack a las 24 horas y que puede durar
entre uno a cinco días en la mayoría de los casos―, cefaleas y dolores
musculares (mialgias).
En cuanto al manejo de la influenza, el tratamiento se basa en el control de los
síntomas con una buena hidratación, uso de antipiréticos y analgésicos, y una
alimentación adecuada. Asimismo, en algunos casos, están indicados los
antivirales.
Si bien no es parte del tratamiento, es sustancial señalar la importancia de la
vacunación, sobre todo en los grupos de mayor riesgo, como los son las
embarazadas (sobre la décimo tercera semana de gestación), niños entre los seis
meses y los cinco años, adultos mayores de 65 años, trabajadores de avícolas y
criaderos de cerdos, personal de salud y personas con enfermedades crónicas,
como diabetes, cardiopatías, enfermedades pulmonares, autoinmunes e
inmunodeficiencias, entre otras. Esto con el fin de prevenir la morbilidad y
mortalidad producto de esta infección.
Según datos del Ministerio de Salud, la influenza es una de las enfermedades
respiratorias más frecuentes en nuestro país, por lo que se le pone especial
énfasis en su prevención. Esta patología afecta desde la nariz hasta los pulmones,
de manera corta pero intensa o prolongada con una evolución errática. Para
controlarla, es esencial la vacunación.
Recomendaciones
La doctora Karina Michea, entrega una serie de útiles consejos para evitar el
contagio de la influenza. Entre ellos destacan:
 Proteger las vías respiratorias, además de los oídos y garganta.
 Dentro de lo posible, evitar el contacto con personas que tengan el virus. Si
se las visita, usar mascarillas.
 Mantener constante higiene de manos. La recomendación es lavarlas con
agua y jabón, y en caso de no tener acceso directo a ellos, usar soluciones
antisépticas con alcohol.
 Evitar contaminantes ambientales, como el humo del cigarro y calefacción
con carbón, leña o parafina.
 Cubrir con pañuelos desechables boca y nariz al toser o estornudar, o como
alternativa cubrir boca y nariz con antebrazo.
 Evitar, mientras se pueda, las aglomeraciones de gente, sobre todo en
espacios cerrados.

La mayoría de las personas que contraen la influenza se recuperan en un periodo
de tiempo que va desde un par de días, hasta menos de dos semanas. Sin
embargo, hay quienes pueden presentar mayores complicaciones. En tales casos,
señala la pediatra de Clínica Ciudad del Mar, es importante volver a acudir a un
especialista para tratar la enfermedad.