
Por Jorge Muse, Senior Account Manager de Motorola Solutions Chile.
En los últimos años, la delincuencia en el sector minero chileno ha escalado a niveles
preocupantes. Lo que antes eran incidentes esporádicos, hoy son ataques planificados por
bandas organizadas. Solo en el primer semestre de 2024, más de 2.800 camionetas utilizadas
en faenas mineras fueron robadas, según datos de la Jefatura Nacional contra Robos y
Focos Criminales de la PDI, y el cobre —nuestro “oro rojo”— se ha vuelto un objetivo
recurrente. A los riesgos naturales como derrumbes o explosiones, ahora se suma un enemigo
humano: la inseguridad.
La preocupación ha llegado incluso a las más altas autoridades del país. A comienzos de este
mes, el nuevo Ministro de Seguridad Pública, Luis Cordero, junto al Subsecretario de esa
cartera, Rafael Collao, se reunieron con el Consejo Minero para abordar esta problemática de
forma directa, a una semana de haber asumido el cargo. El foco de la conversación no solo
estuvo en el alza de delitos, sino también en la creciente violencia con la que estos se cometen
en zonas mineras. La señal es clara: la seguridad en la minería ya es un tema de Estado.
Ante esta realidad, la incorporación de tecnología de seguridad dejó de ser una decisión
estratégica opcional para convertirse en una necesidad urgente. Ya no basta con tener
vigilancia pasiva o medidas reactivas. Las faenas que están enfrentando estos desafíos de
forma efectiva son aquellas que han integrado sistemas de seguridad inteligentes:
comunicaciones críticas, video seguridad en tiempo real, cámaras corporales y centros de
comando capaces de gestionar incidentes con rapidez y precisión.
La capacidad de ver lo que ocurre en tiempo real desde un centro de comando no solo facilita
la coordinación con personal en terreno también permite alertar a las autoridades y activar
protocolos con información certera. Además, estos sistemas recopilan datos valiosos que
pueden analizarse posteriormente para mejorar las estrategias de seguridad, cerrando brechas,
fortaleciendo zonas vulnerables, además de significar una ayuda para llevar a los responsables
ante la justicia.
Ejemplos concretos demuestran que estas tecnologías salvan vidas y evitan pérdidas
millonarias. Sistemas de alerta automática, como los radios con sensores de impacto que
activan grabación en cámaras corporales cuando un trabajador sufre una caída o agresión,
permiten detectar situaciones críticas en segundos. Esta capacidad de respuesta inmediata es
clave para proteger a los trabajadores, pero también para evitar que incidentes escalen a crisis
mayores.
La minería segura no se construye sólo con maquinaria más eficiente o procesos
automatizados. Se construye con seguridad inteligente, resiliencia operativa y visión
preventiva. Invertir hoy en tecnología que proteja a los trabajadores, resguarde los activos y
enfrente al crimen —incluyendo inteligencia artificial, ciberseguridad y gestión de datos—, no
solo es lo correcto: es estratégico para que el sector minero siga siendo motor de desarrollo en
Chile.
Las opiniones vertidas en esta columna, son de exclusiva responsabilidad de quien las emite, y no necesariamente, representan el pensamiento de Marga Marga Online.