
Con la llegada del frío, el uso de artefactos de calefacción se dispara, y con ello, el riesgo de sobrecargar las instalaciones eléctricas del hogar.
Cuando bajan las temperaturas y los hogares se preparan para el invierno, es habitual desempolvar calefactores, calientacamas y otros aparatos que brindan abrigo.
Sin embargo, este aumento en la demanda energética puede poner a prueba la seguridad de las instalaciones eléctricas domiciliarias, lo que podría generar sobrecargas o incendios.
5 prácticas para prevenir riesgos eléctricos en casa
Los expertos destacan la importancia de revisar y mantener el sistema eléctrico del hogar antes de enfrentar los meses más fríos. Según los especialistas, contar con un tablero eléctrico bien estructurado es el primer paso. Cada circuito debe representar un sector distinto de la casa y tener su disyuntor y protector diferencial. Así, si hay una falla, será más fácil aislarla y repararla sin complicaciones.
Además, se debe tener en cuenta sobre los llamados consumos “vampiro”: aquellos que provienen de aparatos que, aunque estén apagados, siguen conectados a la corriente y continúan consumiendo energía. Entre ellos, destacan los cargadores de celulares, televisores en modo stand-by o microondas conectados sin uso.
Otra recomendación relevante es mejorar el aislamiento térmico del hogar. Sellar rendijas en ventanas y puertas ayuda a conservar mejor el calor generado, lo que se traduce en un menor uso de calefacción y, por ende, menos gasto energético.
También es crucial mantener una temperatura ambiental adecuada. Para invierno, lo ideal es mantener el hogar a unos 20°C, con una humedad cercana al 50%, condiciones que permiten confort sin exigir demasiado a los sistemas eléctricos ni de calefacción.
Finalmente, las autoridades hacen un llamado a priorizar la seguridad ante todo. Por ello, las instalaciones eléctricas deben estar a cargo de profesionales certificados por la SEC. Muchas veces, los accidentes ocurren por manipulaciones indebidas o sistemas mal diseñados.
Finalmente, factores como el desgaste natural de los cables, la falta de protecciones o el uso simultáneo de múltiples aparatos pueden derivar en incendios o electrocuciones. Por eso, es recomendable realizar una inspección eléctrica al menos una vez al año.