El Oro Azul: Chile y su oportunidad en la nueva Economía Energética.

Por : Dr. Francisco Javier González Puebla.
Director Carreras Administración
CFT-IP Santo Tomas – Viña del Mar.
En el actual contexto de transición energética y descarbonización, el cobalto, conocido como «oro
azul», ha adquirido un papel estratégico debido a su rol fundamental en la fabricación de baterías
de iones de litio para vehículos eléctricos. Su capacidad para mejorar la estabilidad térmica y la
densidad energética de las baterías lo convierte en un elemento clave para la electromovilidad y el
almacenamiento de energía renovable. En este escenario, Chile se perfila como un actor
emergente en el mercado global del cobalto, con la posibilidad de posicionarse como el segundo
mayor productor mundial, solo detrás de la República Democrática del Congo.
De acuerdo con estudios recientes, Chile podría alcanzar una producción de entre 10.000 y 15.000
toneladas métricas de cobalto anuales, superando a Indonesia, que actualmente ocupa la segunda
posición con aproximadamente 9.500 toneladas métricas. La riqueza geológica del país,
especialmente en yacimientos del tipo óxidos de hierro-cobre-oro (IOCG) y en relaves mineros con
contenido de cobalto en las regiones de Atacama y Coquimbo, representa una ventaja competitiva
significativa. La explotación de estos recursos mediante tecnologías innovadoras permitiría
minimizar el impacto ambiental y optimizar la recuperación del metal.
Desde el punto de vista científico, una de las técnicas más prometedoras para la recuperación de
cobalto en Chile es la biolixiviación. Este proceso, basado en el uso de microorganismos para
solubilizar el metal presente en minerales sulfurados y relaves, ofrece una alternativa más
eficiente y sustentable. Además, ayuda a mitigar riesgos ambientales asociados a la oxidación de la
pirita, reduciendo la posibilidad de drenaje ácido y contaminación de aguas subterráneas.
Implementar esta tecnología en la minería chilena permitiría consolidar al país como un referente
en minería sustentable y de alto valor agregado.
En términos económicos, el desarrollo de una industria nacional del cobalto podría diversificar la
matriz productiva de Chile, disminuyendo su dependencia del cobre y el litio. La creciente
demanda de este metal, impulsada por el auge de los vehículos eléctricos y el almacenamiento de
energía, proyecta un mercado en expansión con precios favorables. Atraer inversión extranjera y
fomentar la instalación de capacidades industriales para la refinación y manufactura de materiales
avanzados permitiría a Chile capturar una mayor proporción del valor agregado del cobalto, en
lugar de limitarse a la simple extracción del mineral.
Este desarrollo industrial también tendría un impacto positivo en la economía local, generando
empleo especializado, fortaleciendo la infraestructura y promoviendo la formación de capital
humano en áreas como la metalurgia extractiva y la biotecnología aplicada a la minería. Asimismo,
políticas de incentivo a la investigación y el desarrollo (I+D) en torno al cobalto podrían consolidar
a Chile como un líder en minería tecnológica y sostenible.
En conclusión, Chile tiene la oportunidad de convertirse en un actor clave en la producción global
de cobalto, un mineral esencial para la transición energética. La combinación de recursos
geológicos, innovación en procesos extractivos y una estrategia económica orientada a la

agregación de valor posicionaría al país en la vanguardia de la producción de minerales críticos.
Para capitalizar esta oportunidad, es fundamental que el país adopte políticas públicas que
fomenten la inversión, la sostenibilidad y el desarrollo tecnológico en torno al «oro azul».

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