Tres recomendaciones para que los escolares puedan adaptarse al cambio de horario de invierno.

Luis Muñoz, director de la carrera de Enfermería UST Viña del Mar explica las
consecuencias biológicas que conlleva este cambio de hora en el cuerpo humano y
qué podemos hacer para adaptarnos rápidamente.

El sábado 5 de abril se realizará el cambio de horario de invierno en la mayor parte del
territorio nacional -Magallanes, Aysén y la Antártica mantienen su horario todo el año- y que
provocará que los relojes deban atrasarse 60 minutos.
Esto quiere decir que cuando sean las 00:00 del sábado, la hora se retrasará a las 23:00 horas.
Una hora extra para dormir que podría ser valorada por muchos, pero que trae consecuencias
sobre todo al ciclo circadiano, nuestro ciclo para dormir. Así lo explica Luis Muñoz, director de
la carrera de Enfermería UST Viña del Mar.
“Dentro de los procesos biológicos está el peak de cortisol, que es una sustancia secretada por
las suprarrenales, glándulas que están sobre el riñón. Esta hormona es conocida como la
hormona del estrés y aumenta la frecuencia cardíaca y la presión arterial. Cuando modificamos
la hora el cuerpo se altera, ya que el cortisol me despertará antes y voy a terminar el día más
cansado”.
Esta modificación podría afectar especialmente a los niños y niñas. “Probablemente el primer
día, los niños estarán más activos más temprano, porque hay un ciclo circadiano que se va a
adelantar y tendrán más sueño más tarde”, asegura el académico.
Ante esta situación, Muñoz entrega algunas recomendaciones para que los escolares puedan
adaptarse mejor al nuevo horario. “Eliminar las pantallas dos horas antes de acostarse, no
comer comidas pesadas, estimular el sueño tal vez con una lectura. También es importante
considerar que el primer día del cambio de horario probablemente nos acostaremos más
tarde, por lo que hay que tratar de que vayan a la cama una hora antes para poder adecuar su
rutina a estos cambios”.