Pasadas las Fiestas Patrias, la agroindustria nacional siguió con los festejos. Y es que el
pasado 20 de septiembre, el Ministro Antonio Walker firmó con su par brasileño, Blairo
Borges, el primer acuerdo de reconocimiento mutuo en normativas de producción
orgánica de América del Sur, lo que significa la apertura del mercado de alimentos y
productos orgánicos entre ambos países.
Se trata de una excelente noticia, no sólo para la producción agrícola orgánica, sino que
también para la agroindustria, que se suma a la ya conocida del año pasado, cuando se
firmó con la Unión Europea un acuerdo de equivalencia de normas para la certificación de
productos orgánicos, que permite acceder en igualdad de condiciones a uno de los
mercados de este tipo de productos más importantes del mundo.
El jugo de manzana, arándanos o frambuesas congeladas, aceites de rosa mosqueta o
palta son sólo algunos ejemplos de productos orgánicos que se exportan a diversos
mercados de destino, y que ya suman más de 200 millones de dólares anuales, creciendo
cerca de un 19% cada año. Y las regiones que más producen este tipo de alimentos son la
Región del Biobío, seguida por la de O’Higgins y la del Maule, zonas donde precisamente
está presente el CET Agroindustrial.
Sin duda, las tendencias mundiales de consumo de productos saludables, que hayan sido
producidos o procesados de manera más natural, están abriendo un mercado que, a todas
luces, es beneficioso para nuestro sector.
Lo mismo ocurre en Chile, pues cada vez más personas están entendiendo mejor el
concepto de orgánico, lo que permite que tenga una mejor valoración por la población.
Esta nueva oportunidad que genera el mercado brasileño para el sector agroindustrial
chileno, genera a su vez mayor competitividad, mejores alternativas de negocio, nuevos
nichos y mercados que abastecer, y permite incorporar a más productores que ante la
incertidumbre de otras industrias, vean en ésta una forma de salir adelante.
La agregación de valor, en este sentido, es clave para sobresalir en un mercado que se
expande cada día más. Por lo mismo, la innovación en los distintos procesos, en el
packaging, en el marketing y en cómo se llega al consumidor son algunas de las opciones
que tiene cada productor para destacarse.
De igual manera, la asociatividad entre productores más pequeños también es un punto
importante que se debe tomar en cuenta si se quiere ingresar al negocio de la
agroindustria orgánica. Aventurarse en solitario no da los resultados esperados, mientras
que está comprobado que asociarse con otros permite acceder de manera más concreta a
nuevos y mayores mercados.
Como Centro de Extensionismo Tecnológico Agroindustrial valoramos los esfuerzos que
lograron la apertura del mercado brasileño para nuestros productos y alimentos
orgánicos. Nuestro trabajo también va en esa línea: buscamos ayudar a los productores a
generar más y mejores procesos para sus productos, que les permita satisfacer las nuevas
demandas de consumidores que exigen alimentos cada vez más sustentables, y entregar
un valor agregado único a su negocio. Como CET queremos que el sector agroindustrial
sea una industria mucho más competitiva, sustentable y eficiente.