«La pasión de Michelangelo» cuenta la historia de la manipulación tras el joven que decía ver a la Virgen en los años 80. Se estrenó esta semana.
En 1983 Chile estaba en plena época de protestas contra el gobierno militar. Momento propicio para que en Peñablanca, Villa Alemana, un joven de 17 años empiece a tener visiones de la Virgen María que distraigan la atención de los medios.
Es el punto de partida de «La pasión de Michelangelo», segunda película de Esteban Larraín tras «Alicia en el país» (2008), que cuenta la conocida historia de Miguel Ángel Poblete, que en las últimas semanas ha estado muy en boga en la opinión pública por el caso del también célebre «profeta de Peñalolén».
«No me había dado cuenta de que los profetas estaban tan de moda», dice el director y aclara que su película, en todo caso, no es sobre la fe. «El objetivo no era hacer la historia real, sino una adaptación libre, cinematográfica, más masiva que mi película anterior. En realidad la película es en clave policial, de cine negro, y el tema religioso está metido en la trama por la manipulación de la fe».
En la cinta, un sacerdote (Patricio Contreras) es enviado a Peñablanca a investigar el caso del joven y descubre la maquinación que hay por detrás. «La incógnita de la manipulación se resuelve muy rápido, la idea no es descubrir si Miguel Ángel es de verdad o de mentira. Por eso el tema político está presente desde el principio», dice Larraín.
El protagonista de la cinta es Sebastián Ayala, conocido en su rol de Maikol en «El reemplazante», quien fue escogido en un casting en Valparaíso. «Hizo una gran interpretación y además daba en el físico», dice Larraín.
A la hora de definir el personaje, el director dice que se ve una transformación suya en la película. «Pasa de ser un chico manipulable a un dictador y déspota. Para mí el personaje real fue trágico como en una tragedia griega», dice.
Como la película concentra en el lapso de unos meses lo que le pasó a Miguel Ángel entre 1983 y 1988, no muestra el posterior cambio físico del personaje, que terminó transformado en mujer. «De todas formas el tema de la identidad sexual está metido en la trama. Podemos ver tensión sexual con el personaje del sacerdote», señala Larraín.
Y para el director el tema policial sigue siendo lo más importantew. Es por eso que está preparando una serie policial sobre la historia de Michael Townley, asesino de Orlando Letelier. «Me gusta el thriller policial, en especial si podemos relacionarlo con temas nuestros», dice.