En los días anteriores a la edición de la respectiva nota, las diversas convergencias comunicacionales, jugaban sus cartas a la designación casi vitalicia, del nuevo seleccionador nacional de nuestro país, bajo el pragmático concepto del concurso de voluntades, en la búsqueda de una identidad consensuada, de las necesidades de 17 millones de chilenos.
La corriente del fútbol, buscaba descifrar perfiles idóneos y casi perfectos, de un curriculum elaborado casi a imprenta alemana, conforme a elementos comunicacionales y sociales. Y en ese sentido, deseo plantearme una incógnita, que llevo por muchos años, sin poder encontrar perfecta resolución: ¿Es necesario e indispensable, que para poder administrar una selección nacional de fútbol, alguien deba ser popular y accesible, incluso por sobre elementos técnicos y conceptuales de trabajo, en base a una previa experiencia? ¿No será que nuestro país, quiera hoy ser parte de un proceso experimental de un conejillo de indias?; ¿O ser carnada barata, del éxito económico de unos pocos?
Ojala la corriente, pueda estudiar y entender, que la designación de un Director Técnico, no es una decisión que involucre la concesión y posterior beneficio de unos pocos, sino la absoluta representación de una identidad en perfecto concepto de crecimiento.
Por:Cristian Ferrada Jopia.
Redactor deportivo.