Este año 2010 no ha sido el año de celebración que esperábamos tener por nuestro Bicentenario patrio. El terremoto y maremoto de Febrero nos removió tan fuerte que aún sentimos las réplicas. Familias, ciudades, caminos, y sueños fueron arrasados. Se perdieron vidas, cosechas, casas, negocios, recuerdos, historia. Luego vino el Mundial, la Roja, la ilusión…pero fue sólo un paréntesis que nos hizo olvidar el sufrimiento y la espera de tantos.
En estos días, otra desgracia nos mantiene en vilo. Los 33 mineros atrapados en una mina en la región de Atacama nos vuelve a despertar de nuestros olvidos. Esos hombres y sus familias no son sino el fiel reflejo del país que hemos construido. La diferencia entre unos y otros, entre chilenos y Chilenos no es solo grande sino intolerable ¿Qué podemos celebrar este Bicentenario cuando tantos hijos de esta patria no son tratados como tales, cuándo los más afectados por los desastres naturales, por las condiciones laborales, por la inequidad en la educación o la atención en salud son siempre los mismos?
Porque esta realidad nos sigue indignando, porque no estamos dispuestos a pasar de largo, porque queda mucho por hacer en un país que tiene todo para terminar con la pobreza y la injusticia, es que como Un Techo para Chile volvemos a levantar nuestra voz. De eso se trata nuestra campaña institucional. Decirle a Chile que la misma fuerza con que salimos decididamente a construir las mediaguas que fueran necesarias para los damnificados del terremoto, vamos a seguir insistiendo: no pueden haber más campamentos en nuestro país. Cada una de las 10.000 familias de campamentos con las que nos comprometimos, puede tener la seguridad de que vamos a dejar todo en la cancha para que antes que este año termine puedan tener una solución concreta a su necesidad habitacional.
Por eso miles de voluntarios saldrán a las calles. Los mismos que ayer construyeron mediaguas y que hoy acompañan a las familias de campamentos en su camino hacia la vivienda definitiva, son los que con un peto rojo, con una alcancía en forma de mediagua y con una convicción sin límites, nos dirán: no nos podemos quedar dormidos, no podemos seguir olvidando a los que viven un terremoto permanente, no podemos seguir encontrando excusas para lograr lo que hoy es más posible que nunca: que ninguna familia chilena viva en campamentos.