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El especialista en educación y académico de la Universidad de Santiago, Dr. Mario Sobarzo, avala la iniciativa de la municipalidad de Santiago de que estos establecimientos pasen a ser mixtos. A su juicio, no hay razones fundadas para argumentar que su modelo es más exitoso. Por el contrario, enfatiza que ambos sexos tienen la misma capacidad de comprensión y que “no tiene sentido segregar, porque los estudiantes saldrán a la educación superior o lugares de trabajo donde ambos sexos conviven”.

Apoyar a liceos que deseen pasar de monogenéricos a mixtos. Ese es uno de los pilares de la puesta en marcha del plan ‘Por Una Educación Sexual No Sexista’ de la Municipalidad de Santiago que su alcalde, Felipe Alessandri, dio a conocer en la Escuela República de Brasil durante esta semana.

El experto en educación y académico de la Universidad de Santiago de Chile, Dr. Mario Sobarzo, considera que la iniciativa va en la línea correcta. Según el especialista, no existe evidencia que avale que a los colegios de un solo género les va mejor que a los mixtos.

“No hay ninguna evidencia de eso. Depende estrictamente del contexto sociocultural en el que se sitúa la escuela, pero no hay un elemento genético que demarque la diferencia entre hombres y mujeres respecto a la forma en que cada uno comprende”, enfatiza.

El especialista reconoce que pueden existir razones prácticas, como que los profesores, por razones culturales, tienden a darle más importancia a lo que preguntan y dicen los hombres, en detrimento de las mujeres. Sin embargo, señala que atender a un argumento como este solo reproduce un modelo cuyo éxito no estaría avalado por estudios.

“El rol de las políticas es tender a generar una mayor integración, unificando los espacios y no segregándolos, porque lo que está detrás de todo esto es un modelo de segregación”, insiste el Dr. Sobarzo. “No tiene sentido segregar, porque los estudiantes saldrán a la educación superior o lugares de trabajo donde ambos sexos conviven”, subraya.

Finalmente, señala que el Simce de 2016 demostró que las brechas en cuarto básico se redujeron al mínimo entre hombres y mujeres, por lo que diferenciar entre sexos respondería más a un prejuicio que a la realidad. “La experiencia de colegios que han pasado de ser de un solo género a ser de dos ha sido muy positiva. La segregación es el principal problema de la educación chilena”, concluye.

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