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El doctor en farmacología y académico de la Universidad de Santiago, Dr. Leonel Rojo, indica que los remedios pueden ser hasta tres veces más caros en Chile que en otros países de Latinoamérica producto de la alta concentración del mercado nacional, donde unas pocas cadenas definen los precios, como recientemente demostró un estudio realizado en nuestro país. Por eso, indica que el Estado debe buscar fórmulas para aumentar la competencia, a través de la promoción de más farmacias independientes y restringiendo el número de locales que pueden ser controlados por un solo operador. “Las farmacias comunitarias buscan ser una solución para las personas, pero son insuficientes”, afirma.

Un estudio realizado por el diario El Mercurio sobre los precios de seis medicamentos de marca concluyó que un mismo fármaco puede resultar tres veces más caro en Chile que en otros países de Latinoamérica como Argentina, Colombia, Perú y Bolivia.

Para el doctor en farmacología y académico de la carrera de Química y Farmacia de la Universidad de Santiago, Dr. Leonel Rojo, esta situación debiera motivar al Estado a “propender más hacia la promoción de farmacias independientes y fomentar su creación, porque eso mejoraría mucho la competencia. Eso no lo está haciendo el Gobierno actualmente”.

Para el especialista, el principal problema que produce el alza en los valores de los fármacos es la desregulación de los precios, lo que provoca que el sector opere bajo las reglas del libre mercado, escenario en el cual las industrias colocan precios solo pensando en la competencia.

“El mercado farmacéutico en Chile es muy particular, porque el 90% de la venta de medicamentos está concentrado en las grandes cadenas farmacéuticas y eso da la posibilidad de que se pongan de acuerdo y existan colusiones, como ya ha sido comprobado por la justicia chilena”, explica.

El Dr. Rojo insiste en que esto se soluciona incorporando más competencia en el mercado a través de los independientes, pero, también, restringiendo el número de farmacias que pueden ser controladas por un solo operador.

Por otra parte, “las farmacias comunitarias, que se crearon en algunas municipalidades, buscan ser una solución para las personas, para que no caigan en manos de las grandes cadenas farmacéuticas”, reconoce, “pero aun así son insuficientes”, estima.

Además, indica que se debe apurar la tramitación de la Ley de Fármacos II, que lleva casi tres años en el Congreso, para fomentar el consumo de genéricos y bioequivalentes, ya que en nuestro país todavía predomina la compra de medicamentos de marca.

Finalmente, considera necesario que el Estado subvencione algunos medicamentos para las personas de menos recursos económicos, tal como el modelo de patologías GES, donde al paciente se le asegura su tratamiento farmacológico. Según el académico, el 50% del presupuesto que las personas destinan en salud se gasta solo en remedios.

“La farmacia hoy se ha trasformado en un lugar de negocio, donde lo que el cliente quiere es comprar rápido e irse, y no un centro de salud”, concluye.

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