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Cada día los emprendedores de Fondo Esperanza luchan por cumplir sus anhelos, a base de

mucha dedicación y constancia. Con motivo del Día Internacional del Trabajo, queremos

destacar sus historias que representan el sacrificio diario de miles de personas.

El microemprendimiento es una actividad que durante el último tiempo ha tomado gran

protagonismo en el surgimiento de nuevos empleos. Según la cuarta Encuesta de

Microemprendimiento (EME4), realizada el 2015 por el Ministerio de Economía, Fomento

y Turismo, este sector genera más de 2.800.000 puestos de trabajo, convirtiéndose en un

aporte importante para la disminución del desempleo.

En Fondo Esperanza (FE), la comunidad de emprendimiento solidario más grande de Chile,

cada año los microempresarios buscan cumplir sus sueños para mejorar sus condiciones

de vida, las de sus familias y comunidades. Pues bien, un 19% de los más de 110 mil

emprendedores que pertenecen a la institución de desarrollo social brinda empleo a otras

personas, logrando un mayor dinamismo en la economía chilena.

Gladys González de Quintero, V Región de Valparaíso, es una comerciante que ve en su

trabajo algo más que un oficio. “Por ser buena gente a veces a uno le pagan mal, pero yo

no me iba a quedar sentada. Entonces, me compré una máquina y comencé a hacer ropa.

Me acuerdo que compré un cuello y lo desarmé para ver cómo se hacían. Así partí. Yo por

entusiasmo no me quedo. Hacía 150 cuellos en un día y se los vendía a otros

comerciantes”.

En la actualidad, la microempresaria tiene cuatro locales de venta de ropa: En uno trabaja

su marido, su hijo y otras personas que ha debido contratar para que el negocio funcione

perfectamente. Ella, además de atender uno de los puestos, es quien compra los juguetes

y confecciona las prendas de vestir, ya sea de invierno, verano y trajes de huaso.

Carlos Rebolledo durante años trabajó apatronado. El 2007 decidió poner un puesto de

abarrotes en la feria de Peñaflor. A los pocos meses, Carlos cambió su negocio a la feria

libre “Villa San Luis” de Maipú. “Mi papá era vendedor ambulante, tenía raíces de

negociantes, por lo que sabía que podía hacer cosas independientes”, afirma.

Este vendedor supo aprovechar bien el apoyo de FE, pues a medida que llegaba más plata,

pudo comprar una máquina refrigerada y un carrito de arrastre. Su evolución es un

ejemplo: “Hay que creerse el cuento y no decir aquí me quedo, sino que hay que buscar

algo más, no hay que esperar a tocar techo”.

En Constitución, VII Región del Maule, Eliana Huemur se levanta al alba para vender

hierbas medicinales y condimentos en la feria libre de la ciudad. Tras la muerte de su

marido no dejó de emprender, siendo FE un importante aliado. “Desde ese momento para

adelante, trabajé con la institución. Ha sido mi único apoyo”, dice.

Eliana reconoce que es una mujer luchadora y resiliente, cuyo sueño es seguir creciendo

como microempresaria: “Debo seguir luchando por lo que tengo y por lo que soy. Quedé

viuda, no tengo pensión, pero gracias a Fondo Esperanza he logrado seguir trabajando”.

Desde Valdivia, José Madrid lleva más de 21 años vendiendo los que -según él- son los

mejores churros de la ciudad: “Comencé vendiendo paños de cocina y a veces frutas en el

centro. Luego, un amigo me dijo que tenía las herramientas y utensilios para realizar

churros. Así empezamos y desde ahí no hemos parado”.

De carácter optimista, alegre y muy empeñoso, cuenta que le dicen que pare de trabajar y

que descanse. “Cuando la gente comenta que me detenga, yo les discuto, porque para mí

la constancia es todo para sacar adelante un emprendimiento”, destaca el valdiviano.

Como parte del Día Internacional del Trabajo queremos rendir tributo a los más de 110 mil

emprendedores, entre Arica y Chiloé, que laboran de sol a sol para darles lo mejor a sus

familias, siendo Fondo Esperanza un real apoyo en sus proyectos con la de entrega

microcréditos, microseguros, capacitaciones y redes de apoyo.