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¿Sabes qué debes hacer si a tu hijo le cuesta respirar? La congestión nasal, resfríos, alergias o inflamación, sumado a la mala calidad del aire, producto de la contaminación ambiental y las bajas temperaturas, generan dificultades para respirar. En algunos casos, este síntoma puede ser el resultado de una nariz obstruida que simplemente necesita aseo nasal. No obstante, cuando se trata de enfermedades como bronquitis, laringitis o neumonitis, los pulmones reciben menos aire y por consecuente, existe una falta de oxígeno que puede poner en riesgo la vida del menor. La Dra. Ana María Bravo, médico jefe de la Central de Operaciones de Help, explica cómo reaccionar ante estas situaciones y revela cuáles son los errores que no debemos cometer.

Cuando observamos que a un niño le cuesta respirar, existen diferentes grados de riesgo que debemos considerar. En primeras instancias, ante un resfrío por ejemplo, el menor puede tener la nariz congestionada, lo cual produce irritabilidad y molestias pero al abrir la boca, el aire sigue ingresando a los pulmones. “Esto se pasa con el aseo nasal frecuente y también con cambios de posiciones para evitar que la mucosidad se acumule en la parte de atrás de la nariz”, explica la pediatra y médico jefe de la Central de Operaciones de Help, Dra. Ana María Bravo.

La situación es distinta si la dificultad para respirar evita que los pulmones reciban una cantidad adecuada de oxígeno. Como explica la especialista, cuando se inflaman las cuerdas vocales o existe una bronquitis, bronquiolitis, bronconeumonía o neumonitis, en que se la mucosa respiratoria está inflamada y el árbol respiratorio está lleno de flemas, cuesta que el aire se movilice hacia y desde los pulmones.

En casos donde el principal síntoma es un ruido ronco al respirar, característico de la presencia de inflamación de la laringe, “se recomienda ponerlo en frente del freezer, o en invierno basta con abrir la ventana de la habitación y apagar calefacción, para que inhale aire frío”, aclara la doctora.

No obstante, también hay señales que alertan circunstancias más graves. “Si notas que al niño se le hunden las costillas, se le mueve la nariz al respirar o se queja para respirar, son indicios de una insuficiencia respiratoria, es decir, no está entrando oxígeno a su cuerpo y debe ser atendido de urgencia”, advierte. Esto generalmente va asociado a un paciente que no se mueve, no llora y está realmente aletargado.

Lo que no debemos hacer

Sin duda ver que a un hijo le cuesta respirar es alarmante y tiende a generar pánico entre los padres. Por ello, existen algunos errores que muchos suelen cometer tratando de aliviar los síntomas o erradicar la enfermedad:

1. Quitar la tos: A pesar de que es molesta y no deja dormir, tanto en los niños como en los adultos la tos es un mecanismo de defensa que sirve para limpiar. Además, no tratar este síntoma con jarabes para las flemas, en cambio concentrarse en la hidratación que es el mejor remedio.

2. Contaminantes intra-domiciliarios: el uso de estufas a parafina, fumar dentro de la casa o salir a fumar y luego entrar con el olor impregnado. El niño inhala estos contaminantes y aumentan los riesgos de desarrollar estas patologías.

3. Salir en horarios con temperaturas extremas: Cuando el niño tiene dificultad para respirar, no debe salir. Tanto el frío como los cambios de temperatura son dañinos para el paciente, que debe permanecer en reposo y aislamiento.

4. Agentes de contagio: Para ayudar a que el paciente se mejore, debemos evitar acciones como besar a los niños en la boca o permitir que mucha gente lo tome en brazos, ya que se transforman en ocasiones de contagio.