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¿Qué es el sarampión? ¿Cómo se contagia? ¿Cuáles son los síntomas? ¿No estaba erradicado de Chile? Son algunas de las preguntas que muchos padres se hacen en torno a esta enfermedad. La Organización Mundial de la Salud recomienda la vacunación de los menores con el fin de proteger a la población y en este sentido, el Dr. Gustavo Ríos, pediatra de Clínica Ciudad del Mar, concuerda en la importancia que tienen las vacunas en cuanto a la protección y prevención de las personas.

Durante las últimas semanas, se ha dado a conocer sobre el aumento de casos de Sarampión en el mundo, especialmente en Europa, donde ―en 18 países― ya se han reportado más de 11 mil casos en lo que va de 2017. Globalmente, al menos 32 naciones han reportado brotes.

El sarampión es una enfermedad viral altamente contagiosa, de carácter epidémico, que se propaga por el contacto de gotitas provenientes de la nariz, boca o garganta de la persona infectada o por secreciones, y que puede mantenerse durante dos horas en el ambiente. Este virus compromete fuertemente la vía aérea respiratoria, facilitando además la aparición de convulsiones, encefalitis, otitis, neumonía e incluso la muerte. Sólo los seres humanos pueden padecer este virus.

En Chile, el sarampión estaba erradicado desde hace más de 20 años debido a una fuerte campaña de vacunación y concientización de la población. Este año y a causa de diversos brotes, se ha vuelto a poner énfasis en la importancia de que los menores se vacunen de modo que se fortalezca su sistema inmune.

El Dr. Gustavo Ríos, pediatra de Clínica Ciudad del Mar, explica que esta enfermedad la puede padecer cualquier individuo de la especia humana. “Todos somos susceptibles a desarrollar este virus, aunque los grupos de mayor riesgo son los niños pequeños y las embarazadas que no hayan sido inmunizados. Por ello es que es importante mantener las vacunas al día y acatar las normativas de las autoridades”, sostiene el especialista.

Cómo detectar el virus

Después de la exposición al virus, entre los ocho y doce días posteriores (período de incubación), aparecen los síntomas. En primera instancia son de índole respiratoria, como tos seca, secreción nasal, conjuntivitis, cefalea y fiebre alta. La conjuntivitis se desarrolla con lagrimeo ocular e intolerancia a la luz (fotofobia), acompañados de dolor muscular y de garganta.

Además, uno de los indicios más reconocibles son las erupciones cutáneas, las que aparecen, en general, al tercer día después de los primeros signos de la enfermedad. Empiezan en la cabeza y de ahí se desplazan hacia el resto del cuerpo, produce picazón y duran entre 4 a 7 días. Asimismo, es muy característico que aparezcan pequeñas manchas blancas dentro de la boca (manchas de Koplik).

“Este virus es una de las principales causas de muerte de niños a nivel mundial, por lo que es esencial tomar conciencia sobre la importancia de la vacunación. Una vez que se evidencien los primeros síntomas, los papás deben acudir a un recinto de salud y consultar con algún especialista, de modo que se pueda enfrentar este contagio de la mejor manera posible”, recalca el Dr. Gustavo Ríos.

Tratamiento

Por ser viral, esta enfermedad no tiene tratamiento específico. De modo que la recomendación clínica es seguir una medicación sintomática en base a analgésicos, antipiréticos, abundante ingesta de líquido, y cuidados generales. “Estos deben ser señalados por un especialista, quien, de acuerdo al estado de avance, evalúe el mejor método de sanación. Es importante la supervisión de un médico para observar la evolución y pesquisar precozmente una eventual complicación”, dice el pediatra de Clínica Ciudad del Mar.

La severidad de la enfermedad está dada fundamentalmente por las complicaciones que puede desencadenar, como neumonía, ya sea por el virus o por sobreinfección bacteriana, otitis media agua, laringitis y, rara vez, miocarditis o pericarditis. En estos casos, la indicación médica sería internación para vigilancia estrecha y terapia antimicrobiana si el caso lo amerita.

Es importante recalcar que las personas que ya tuvieron sarampión o que han sido vacunadas contra la enfermedad, se encuentran protegidos ante nuevos brotes.

La importancia de las vacunas

En 1964 se incorporó la vacuna del sarampión (VAS) en forma programática a los 8 meses de edad en el esquema de vacunación de nuestro país, logrando disminuir la incidencia en un 180% al año siguiente. En 1990 se comenzó a usar la vacuna trivírica liofilizada, en reemplazo de la VAS al año de edad, incorporándose además en la etapa escolar. Después de la introducción de esta segunda dosis, los casos disminuyeron en un 85% entre 1989 y 1990. En adelante, se realizan revacunaciones ocasionales por medio de campañas puntuales.

Hay papás no quieren que sus hijos reciban esta vacuna porque creen que algunos de sus componentes podrían causar autismo. Tal teoría ha sido tajantemente negada por los organismos de salud, tanto nacionales como internacionales.

“Efectivamente hay efectos secundarios de las vacunas, como el dolor de la zona, pero éstas desaparecen solas con el paso de los días. En sí, las vacunas en Chile son bastante seguras, ya que cuentan con todas las normativas, tanto de la Organización Mundial de la Salud, como del mismo Ministerio de Salud”, puntualiza el pediatra de Clínica Ciudad del Mar, doctor Gustavo Ríos.