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Las bajas temperaturas y la mala calidad del aire son factores que propician la circulación de virus y bacterias, siendo los resfríos las enfermedades más frecuentes de la época. Una de las características de esos malestares son los estados febriles, que pasan a ser cada vez más frecuentes, sobre todo en los niños. Por ello, el Dr. Germán Aparicio, pediatra de Clínica Ciudad del Mar, explica de qué se trata este fenómeno y entrega consejos para saber cómo reaccionar ante estas situaciones.

La fiebre es una reacción de defensa del cuerpo ante una enfermedad o padecimiento que se caracteriza por el aumento de la temperatura corporal, siendo una respuesta normal del organismo frente a situaciones como infecciones o procesos inflamatorios. Es decir, es un reflejo de la activación del sistema inmune.

Puede interpretarse como una alarma o señal de anormalidad causada por un agente externo, como por ejemplo, el exceso de calor ambiental, la falta de ingesta adecuada de líquidos e infecciones, entre otros. También puede ser producto de un problema interno más grave originado por enfermedades que alteran el termostato a nivel cerebral.

Ésta se manifiesta por el alza térmica (hipertermia) del cuerpo sobre los niveles normales, que oscilan entre los 35° y 37°C. “Cuando la temperatura supera estas cifras, hay que preocuparse ―más si sobrepasa los 40°― pues puede provocar destrucción de proteínas vitales en el organismo”, advierte el doctor Aparicio.

Asimismo, el pediatra de Clínica Ciudad del Mar advierte que la fiebre no constituye una enfermedad en sí, sino más bien es un síntoma de que algo está ocurriendo. “En función del tiempo de evolución de la fiebre, sus síntomas y el examen físico al paciente, el médico podrá definir la causa de ésta”, añade.

La mayoría de los cuadros febriles, especialmente en población sana, corresponden a cuadros infecciosos de tipo viral, siendo ―por lo general― menor a tres días y que luego se superan solos.

Lo importante, dice el Dr. Germán Aparicio, es registrar el horario de la toma y la magnitud de la temperatura, ya que esta observación puede ser una valiosa información para el médico. La manera correcta de hacerlo es poniendo el termómetro en el hueco de la axila seca durante cinco minutos y en el recto, un mínimo de tres minutos o hasta que el ascenso de temperatura se detenga por 30 segundos.

Tratamiento

La fiebre tiene su origen cuando ciertas células se encuentran con agentes infecciosos, liberando productos de degradación celular al torrente sanguíneo. Éstos, al llegar a la zona del hipotálamo, en la base del cerebro, provocan la respuesta de hipertermia como mecanismo de defensa para combatir la infección.

Por lo mismo es que para poder aliviar los síntomas y superar los cuadros febriles hay que acudir a medidas físicas, como desabrigo, paños tibios en el cuerpo o baño con agua tibia, especialmente en zona de axilas, ingle y cuello. “Esto permite la vasodilatación y liberación del calor corporal en forma progresiva. Es importante que no se use agua fría, ya que eso provocará vasoconstrición y mayor alza de temperatura”, señala el Dr. Aparicio.

Si la fiebre supera los 38° o 38.5°C se puede usar medicamentos antipiréticos para bajar la temperatura corporal y disminuir las molestias asociadas a la hipertermia. Esto, en todo caso, bajo indicación médica.
“Otro punto clave es aumentar la ingesta de líquido, pues ésta se va perdiendo debido a la sudoración que se produce con el alza de temperatura”, aconseja el especialista.

Señales de alerta

El pediatra de Clínica Ciudad del Mar explica que hay que prestar mayor atención y acudir a un centro médico en las siguientes situaciones:

Siempre en los recién nacidos y en menores con llanto incontrolable.
Cuando hay causas evidentes de malestar, como signos de resfrío, diarrea y escalofríos, entre otros.
Si supera los 38,5°C axilar y no cede con medidas habituales (desabrigo, baño tibio, medicamentos indicados por el médico tratante).
Cuando persiste más de 48 horas.
Cuando no se ven mejorías transitorias tras ingerir los medicamentos recetados.
Es importante recordar que cuando los menores que tienen fiebre deben mantenerse en reposo en su casa, en un ambiente termoneutral y no muy abrigados. Se aconseja darles alimentos livianos según la tolerancia y no obligarlos a comer; lo que sí es esencial, es que ingieran abundante líquido.

Cómo tomar la temperatura

Hoy en día existen alternativas en cuanto a los termómetros; el más tradicional es el de mercurio, aunque cada vez son más los que optan por los digitales, pues son confiables y fáciles de leer.
· En menores de 2 años, se debe tomar la temperatura por vía rectal, ya que es más rápido. “Se evita ponérselos bajo el brazo porque los más pequeños se mueven mucho más y podría dar una cifra errónea”, explica el profesional.
· En niños mayores, es aconsejable poner el termómetro bajo la axila, teniendo cuidado de que la punta quede ubicada en el centro y que no se mueva.

“La recomendación es ir verificando la temperatura cada cuatro o seis horas, aunque puede ser más seguido si es que los síntomas del menor así lo requieren”, puntualiza el Dr. Germán Aparicio, pediatra de Clínica Ciudad del Mar.

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