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Estudio antropológico en Latinoamérica.

La investigación llamada “Mirror”, sobre la belleza y el envejecimiento femenino

contó con valiosa información, basada en trabajos académicos y entrevistas en

profundidad con personas de distintas edades de la región.

La Organización Mundial de la Salud (OMS), estima que entre

el 2000 y 2050, la cifra de mayores de 60 años se duplicará, es decir, pasará de 605

millones a 2 mil millones en el transcurso de medio siglo.

Chile no está ajeno a esta realidad. De acuerdo a los datos de la encuesta Casen Adulto

Mayor 2013 dados a conocer el año pasado, la población de adultos mayores aumentó en

un 9,3% respecto de 2011, llegando a 2.885.157 personas. Más aún, para el año 2050 se

espera que nuestro país sea el segundo de América Latina con mayor porcentaje de

adultos mayores, según la CEPAL.

Y no sólo eso. También existe en nuestro país, el concepto de la feminización del

envejecimiento: por cada 100 hombres mayores de 60 años, existe como contraparte de

130 chilenas con similar edad, debido especialmente a la mayor sobrevida de las mujeres.

Para entender los procesos que viven las mujeres en las distintas etapas de su vida,

Natura, empresa brasilera de belleza encargó a la antropóloga Paula Pinto, que

desarrollara una investigación sobre la belleza y el envejecimiento femenino.

El estudio llamado “Mirror” contó con valiosa información basada en trabajados

académicos de antropología y entrevistas en profundidad con mujeres de distintas edades

de Latinoamérica.

“La vejez es un tema que las mujeres hablan permanentemente, ya que genera una crisis

personal y socio-cultural, y exige una reelaboración de la identidad. Se trata de un proceso

de transición durante el cual las mujeres buscan dar sentido o nuevos significados a su

vida.

Los cambios físicos asociados con la edad producen en la mujer, sentimientos de

ansiedad, incertidumbre y cierto orgullo herido por el enfrentamiento entre la realidad

física y social y los ideales estereotipados”, explicó Pinto.

Según la experta, se crea un ideal de belleza determinada por ciertos valores culturales

muy arraigados y que dificultan la aceptación de las mujeres en torno a su edad. “La

juventud es símbolo de la integración social, ya que el que crece es excluido/a. De esta

manera, la belleza asegura mayores oportunidades en la vida social porque se es más

bello cuando se es más joven, y por último la salud es representada en un cuerpo hermoso

y delgado”, agregó.

Pese a que este panorama puede parecer desolador, “hoy vemos que cada vez es más

posible experimentar las distintas fases del envejecimiento con belleza, libertad y

felicidad. Esto puede ser bueno y deseable cuando se descubre el poder y la libertad que

se consigue con el paso del tiempo. Una buena forma de enfrentarlo, es tratar de

minimizar las pérdidas y entender que es un tiempo de maduración del cuerpo, las

emociones y decisiones. La edad trae paciencia, tranquilidad y disminuye la ansiedad, lo

que le permite a las mujeres ver de otra manera sus viejos miedos”, destacó la

antropóloga.

La investigación reveló que las mujeres mayores dedican su tiempo a proyectos de vida

fuera de casa. Muchas de ellas entre los 70 y 90 años, enfrentan la vejez como una

liberación de las obligaciones que tenían dentro y fuera de casa porque sienten que

vivieron el matrimonio como una experiencia de poca libertad. “Encuentran en esta etapa

la posibilidad de dedicar su tiempo a sí mismas. El valor más importante para esas mujeres

es la libertad tardíamente conquistada”, dijo Pinto.

De esta manera, la libertad de las mujeres de la región se asume con diferentes

significados: tener tiempo libre y privado para meditar, estar sola y disfrutar de otras

actividades; con el tiempo se aprovecha mejor la compañía de las amigas y aprender a

decir no, es decir, se hacen menos críticas con los demás y con ellas mismas, aprenden a

no compararse y a valorar la singularidad, la individualidad y la diferencia.